Texto curatorial de María E. Yuguero

Muestra "Fósil" (octubre/diciembre 2010)

Técnica per se restrictiva a un limitado número de artistas, en especial si sometidos a exigencias de calidad plástica, lenguaje personal y solvente, la acuarela es quizá una de las versiones más exquisitas del dibujo o de la pintura. En su abierto espectro de densidades, desde el más expresivo uso de la azarosa expansión del medio acuoso a la completa cobertura de la superficie, sin duda el manejo de la acuarela alcanza una rica variedad de formalidades y grados de sutileza. Su refinada respuesta a estas condiciones hace en especial valiosa la propuesta de Nino Fernández Medeglia, artista con paralelo desempeño en el diseño gráfico y en la docencia.
      De cimiento torresgarciano, si bien trascendido en muchos aspectos, su producción resulta de rica creatividad, desplegada en obras de porte en su mayoría pequeño, al tiempo que formalmente adscripta a una pseudo abstracción ordenada mediante color y signos. Con frecuencia los mismos elementos no-significantes constitutivos de cada obra - prima facie abstracta - se organizan a manera de fichas de un puzzle revelador de rostros o figuras humanas, de su entorno o de sus metonimias, lo cual aporta una buena cuota de humor a la propuesta. Esos signos, cruces, números, espirales, ondas, flechas, caduceos y aun trazados geométricos sin connotaciones devienen rasgos faciales, genitalidades, espermatozoides, sombreros, huellas, puertas.
      El descubrir la coherencia interna de alguna de esas imágenes es un estímulo para el reconocimiento de nuevos planteos que puedan escamotear significados, bromas o guiños de complicidad: "Figura de Marte", "Figura con pulmones y sexo", "Mujer numerada", "Pareja con embrión" se adscriben al criterio. Mención especial para su serie de "Rostros", cuyos sintéticos elementos constitutivos equivalentes a rasgos concluyen en imágenes semejantes a máscaras primitivas, escamoteadas en un todo colorístico de apretada urdimbre interna. Por fuera del humor implícito en la imagen obtenida por asociación, las letras y/o las palabras - complementándose con imágenes o con otras palabras - juegan un rol semejante, pero siempre integradas al plano como forma.
      Compendio oscilante entre extremos de transparencia u opacidad, la superficie pictórica compartimentada por líneas, pinceladas o bloques de color se ventila mediante amplios espacios blancos sobre los que circulan pinceladas monocromáticas - en general nogalinas - o se satura oscurecido en espesos tonos. En este caso se observan sin excepción zonas donde destacan parcelas de contrastada claridad generadas en la menor densidad de color o en la ausencia del mismo: el procedimiento redunda en improntas voluntarias de luz o llamativos itinerarios a manera de invitaciones a la mirada. Un uso del color sujeto a premisas relacionadas con su formación plástica afín al TTG reclama una paleta baja asordinada, que sin embargo resplandece por zonas en vibrantes toques de rojo o azul.
      Estética abstracta de remotas asociaciones figurativas, la imagen discernida como vagamente humana tiene con frecuencia connotaciones eróticas, abordadas desde el humor mediante la sustitución del todo por la parte, el individuo por sus caracteres sexuales primarios o secundarios, rotuladas por títulos como "Vida interior". Asimismo, con una mayor propensión a lo descriptivo, algunas obras como las tituladas "Personaje" se reconocen fácilmente en sus atributos de género y aun de identificación, tal el caso de un rey ornado de corona y gorguera, quizá sólo un personaje bufo o carnavalesco, tanto como su par, identificado por su festivo redoblante. La simplicidad de sus resoluciones corre parejas con una estética lúdica, quasi naïf, en especial visible en esa serie, con frecuencia asimilable a los monigotes infantiles en tanto forma, si bien abordadas desde lo jocoso, excepcionalmente afectivo o emocional.
      En suma, FM utiliza caracteres icónicos fragmentarios en el entendido de que el objetivo se fija en el logro ordenado de forma y color. Salvedad hecha de las obras pseudo - figurativas, el autor despliega los valores remitidos a sí mismos en refinadas construcciones donde el azar del medio acuoso expande y congela en instancia impredecible, pero acotada: "Formas en azul y rojo". El control ejercido sobre el decurso del agua permite el ejercicio compositivo, de otra forma liberado a su natural fluir. Desde las sobrias composiciones abstractas - concebidas con una absoluta economía de medios - resueltas en bloques de verde y rojo sobre fondo de nogalina, hasta los más complejos, con uso de esfumados y mayor variabilidad de texturas motivadas por la dilución y el azar de la materia, son notorios la voluntad compositiva y el control del ex abrupto. El blanco soporte del papel deriva a veces en la elección de hojas impresas y eventualmente se convierte en campo de collage - "libros" - en interacción formal o significante con la acuarela. Con igual fin el uso del signo - a menudo simplificación de los utilizados por antiguas culturas - es constante, a veces como dato apenas esbozado con destino a un mensaje que el espectador deberá descubrir. El ordenamiento del plano se completa con la aplicación de la regla áurea, resabio de una formación constructiva. En suma, no se trata de un planteo aséptico o frío, sino de un armónico e inteligente juego formal de ribetes emotivos y reverso humorístico.
MARÍA E. YUGUERO